Para todo ser humano, las relaciones sociales son sumamente importantes. Cuando estos lazos afectivos se pierden por la muerte de un ser querido, trae como consecuencia un estado afectivo llamado duelo. El duelo es el proceso emocional que atraviesa una persona tras sufrir algún tipo de pérdida, es una realidad que muchas veces cuesta y duele asumir, especialmente cuando hay que ponerle palabras y comunicarla a los niños y niñas.
El duelo al igual que en los adultos también es experimentado en los niños desde edades tempranas, por lo que es una tendencia errónea pensar que los niños y niñas por ser pequeños no se dan cuenta de lo que está sucediendo, no perciben la perdida y que al ser emocionalmente frágiles no se debe hablar con ellos respecto del fallecimiento de un ser querido. Frente a esto, la realidad es que la mayor parte de los niños y niñas poseen una fuerza interior extraordinaria, y cuentan con una gran determinación para crecer, vivir y seguir hacia delante. Dar seguridad no es tapar el sufrimiento, sino acompañarlos en este proceso.
Los más cercanos deben comprender que los niños y niñas sí reaccionan frente a la pérdida, pero lo hacen de diferentes formas. En función del momento evolutivo, de cómo reciban la noticia, de la reacción de los adultos, y de las propias experiencias.
