El embarazo y el postparto son periodos de profundos e importantes cambios biológicos, psicológicos e interpersonales para la vida de muchas mujeres. Las reacciones transitorias de tristeza y ansiedad, son bastantes comunes durante este proceso, sin embargo, existen grupos de mujeres que sobrepasan la línea de la “normalidad”, experimentando síntomas compatibles con un trastorno mental, ya sea por primera vez o presentando recaídas de una enfermedad preexistente (Gaviria, 2009).
Durante las últimas décadas, la idealización de la maternidad, la falsa creencia de que el embarazo era protector para la salud psíquica de las mujeres y la falta de estudios en esta población (Molina, 2006), conllevaron a que los trastornos psiquiátricos durante el embarazo y el puerperio, no recibieran diagnósticos, ni intervenciones como en otras etapas de la vida. Esto último es lo que generó los mayores cuestionamientos, puesto que el puerperio es para la mujer un período de vulnerabilidad máxima frente al inicio de la enfermedad o de recaída, ya sea depresiva, maníaca o psicótica (Garcia-Esteve, Ascaso, Ojuel y Navarro, 2003).
De acuerdo a lo anterior, se entiende por puerperio o postparto, al período que se inicia con el nacimiento de un bebé y expulsión de la placenta, y se prolonga durante varias semanas (entre 6 a 12). Es un periodo de ajuste en el cual el organismo regresa a su estado no gestacional, predominando procesos involutivos y reparativos de los sistemas que se modificaron durante la gestación, así como cambios endocrinos que permiten el inicio de la lactancia, el reinicio del ciclo ovárico y la menstruación (Cunningham, Gary, Leveno, 2005). Esta definiciones, son las aceptadas entre los profesionales de la salud, sin embargo, en la medida que solo se consideran aspectos físicos, algunos especialistas consideran que el puerperio se extiende por más tiempo incluyendo también aspectos emocionales y del sistema nervioso que podrían durar hasta cerca de los dos años de vida del niño(a).
